En Argentina los clubes de barrio y/o sociales, en gran parte tienden a enfocarse a la especialización temprana con el objetivo de competir para ganar, generando un gran daño en el deportista.
Poco está “ayudando” al futuro deportista. ¿Por qué decimos esto? Formar es mucho más que brindar valores, que por cierto son fundamentales para los que amamos el deporte.
En este artículo intentaremos mostrar nuestra mirada en este tema que “algunos clubes o instituciones deportivas” desarrollan con gran éxito.
Especialización temprana
En primer lugar vamos a explicar la utilización de la palabra especialización y temprana. Cuando nos referimos a la especialización, nos centramos en patrones de movimientos específicos como pueden tener el fútbol, el basket, entre otros deportes. En cuanto a temprana, nos referimos a los primeros años de su edad cronológica. Sin embargo, debemos aclarar que estas edades no se cumplen de manera literal sino en el contexto donde se desarrolle el sujeto condicionando su evolución.
En La adquisición progresiva del movimiento , Jordi Díaz describe estas fases o estadios presentes en el desarrollo del ser humano. “Nos referimos a una fase o estadio cuando se trata de un período de tiempo diferenciado y definido del proceso de desarrollo, caracterizado por unas manifestaciones concretas en la conducta, e idoneo o propicio para la adquisición de ciertos aprendizajes”. Jordi Díaz Lucea (1990)
La problemática de la “Especialización temprana” se presenta, teniendo en cuenta las fases descritas por el autor en los primeros años o momentos de vida. Comenzando a partir de los 3 años aproximadamente, con la primera infancia, pasando por la segunda y tercera hasta concluir con la niñez, cerca de los 12 años.
Considerando e interpretando el concepto y el momento en que sucede, nos surge el cuestionamiento: ¿cuál es el problema con la especialización temprana? ¿Es adecuada?
La especialización temprana no sucede como tal, sino que es una construcción de la sociedad y su entorno. Ligado firmemente a su “cultura deportiva”, es común encontrarse con niños de 6 y 7 años denominados “cracks” en el deporte que practica. Pero la problemática se genera cuando esos niños intentan convertir destrezas esas habilidades antes de los 10 años, o mejor dicho antes de la adolescencia.
Esta especialización a corta edad provocará, en la mayoría de los casos, un estancamiento en la técnica. Debido a una serie de puntos que conlleva la conversión de una habilidad a destreza:
- Saturación de información del aprendizaje
- Exigencias de aprendizaje
- Carencias de condición física
- Carencias de información neurocognitivas
- Carencia de motivación
Dentro de los períodos de la infancia y niñez, es recomendable enfocar los momentos de la práctica deportiva al juego. Provocando situaciones de descubrimiento y exploración, invitando a convertir al sujeto en un ser pensante y razonable.
El autor David Gallahue (1980) relaciona las fases del desarrollo motor con la adquisición de la motricidad y también con las edades cronológicas de los individuos.
La primera infancia, que va desde los 6 meses de vida hasta los 3 años, la relaciona con la fase de “movimientos rudimentarios”, estos pueden ser estabilización del cuerpo, presión y manipulación de los objetos en general y desarrollo de una marcha controlada.
Luego continua con la fase de “habilidades motoras básicas” que comienza los 2 años y se extiende durante toda la vida. Estas habilidades son los verdaderos anclajes del desarollo motor, esenciales para lograr un rico acervo motor.
A continaución, el autor señala que las “habilidades motoras específicas” comienzan a desarrollarse recién a los 9 años. Teniendo como objetivo realizar ajustes en ciertos movimientos para consolidar una mejor calidad y expectativa de vida.
Por último, entrando en la adolescencia, luego de los 12 años, menciona la fase de “habilidades deportivas especializadas” en la cual el nivel motor es de excelencia, a merced de una gran preparación total. No todos alcanzan esta fase y no debemos forzarla.
Es imprescindible desarrollar una metodología multilateral, donde la experiencia del niño haya pasado por la mayor cantidad de estímulos posibles. La mayoría de los autores coinciden en el desarrollo del “multideporte” y no en el adelantamiento de etapas concluyendo que los niños no deben ser especialistas.
Para finalizar queremos invitarlos a reflexionar sobre esta problemática. Desde el lugar que ocupa cada uno de nosotros en la formación del niño o niña; ya sea familia, entrenador o algún protagonista en su entorno.
¿Cómo podemos ayudar a su desarrollo no solo como deportista sino como persona?
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